Hoy vamos a visitar uno de los sitios más bonitos y sobrecogedores que tiene la ciudad de Cuenca: La Ermita de la Virgen de las Angustias de Cuenca y su entorno. Es uno de los rincones que tenéis que ver en Cuenca si venís de turismo.
Podemos llegar hasta allí de dos formas: O desde la Plaza Mayor bajando por la bonita Calle Pilares y descenciendo por la Bajada de las Angustias o desde la Cuesta que sale desde el Recreo Peral, un entorno precioso en la ribera del Río Júcar a su paso por la ciudad.
Nosotros vamos a subir por el segundo recorrido. ¿Empezamos?
Hacia la Ermita de la Virgen de las Angustias de Cuenca
Detrás del Recreo Peral hay una empinada cuesta que empezamos a subir. Conforme nos vamos elevando la vista se hace más espectacular; a vuestra izquierda y al frente podréis contemplar el maravilloso paisaje de la Hoz del Júcar.
Si os fijáis bien, a la izquierda entre las rocas, hay unos ojos que os vigilan; alguien los pintó hace unos años aprovechando la forma de las montañas. En esa parte de la hoz, (en las montañas que os quedan a la izquierda de la cuesta), hay un sendero que nos llevaría a la ermita de San Julián, patrono de Cuenca (esa ruta también también la hemos hecho en otra entrada de nuestro blog).
Al final nos encontramos con unas escaleras que nos darán acceso a la Ermita de las Angustias de las Angustias de Cuenca
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La Ermita de las Angustias Un lugar del Casco Antiguo de Cuenca muy querido
Una vez subidas las escaleras llegamos a una plaza donde está la Ermita o Santuario de la Virgen de las Angustias.
Este es uno de los lugares con más veneración y más queridos por parte de los conquenses. Aquí se ha dado culto a la Virgen de las Angustias desde el Siglo XIV, donde se dice que en el entorno había una pequeña ermita, donde los habitantes de Cuenca acudían en peregrinación a venerar a la Virgen.
En el Siglo XVI en ese entorno se construyo el Convento de los Descalzos, que estuvo en funcionamiento hasta 1836, donde la desamortizacion de Mendizabal se lo llevo por delante. En la actualidad, es de propiedad privada y solo nos quedan las puertas de acceso al convento, la de acceso a la iglesia y la cruz del convento (de la que ahora os hablaré).
Sigo con la historia. Al hacer el convento, la ermita de la Virgen de la Virgen de las Angustias de Cuenca, se quedo dentro del terreno conventual y el libre acceso a la misma cambió, porque era un convento de clausura.
Los monjes quisieron hacer un «apaño» poniendo una pequeña imagen de la Virgen para que la veneraran, pero a la gente de Cuenca no le convenció, porque querían seguir yendo al templo original. Al final el problema se solucionó construyendo una nueva ermita en los aledaños del convento y muy cercano a la antigua ermita.
La ermita se quedó pequeña enseguida y a finales del Siglo XVII se decidió hacer una nueva y más grande, ademas de un acceso tanto a la ermita como al convento. Por eso el gran arquitecto José Martín de Aldehuela, diseñó una nueva ermita y un nuevo acceso escavado en la roca, que consitía en unas escaleras y un arco hecho con la misma roca natural, (que se llama el arco de los descalzos).
La fachada de la ermita que vemos en la actualidad es de la reforma de Martín de Aldehuela. El interior, sin embargo, tuvo muchos desperfectos en la guerra civil. A destacar el retablo de estilo barroco donde se encuentra la imagen de la Virgen de las Angustias, patrona de la diocesis de Cuenca.
La plaza del santuario y su entorno te van a sobrecoger; con su silencio y con su singular belleza. En esta plaza hay una fuente, que según la costumbre, si bebes agua de ella te saldrá novio o novia, y que también tiene otra historia que muy pronto os narraré. En este mismo entorno como os he detallado antes, también está el antiguo convento de Franciscanos Descalzos, en su atrio hay una cruz que encierra una inquietante leyenda que ya os he contado en una entrada del blog.
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El entorno de la Ermita de la Virgen de las Angustias de Cuenca. ¡Una Maravilla para tus sentidos!
Desde la plaza donde se sitúa la Ermita, podréis seguir contemplando unas vistas maravillosas a la Hoz del río Júcar. Dentro del Santuario como os he relatado antes, está la imagen de la Virgen de las Angustias, patrona de la Diócesis de Cuenca, muy venerada en la Ciudad. Es tradición que el Viernes de Dolores y también en Viernes Santo, miles de conquenses se acerquen a hacer una visita a la ermita, son una de las tradiciones de la Semana Santa de Cuenca, la semana grande de la ciudad.
Después de visitar a la Virgen y su Ermita, beber agua en la fuente, nos sentaremos un rato a contemplar el paisaje y sobrecogernos con el silencio que se respira en el paraje (incomprensiblemente no hay apenas turistas en esta parte del casco histórico de Cuenca),luego seguimos ascendiendo.
Dejamos a la derecha el antiguo Convento de los Descalzos con su «Cruz misteriosa» y atravesamos un arco excavado en la roca natural, pasado este nos encontramos una pared en la que hay tallado una cara de un Cristo en la roca; se dice que si pones el oído en esta cara puedes oir el canto de un gallo.
Si vais acompañados por un conquense, os aconsejo que no acerquéis el oído, si vais solos, afinad vuestras orejas e intentad escuchar el canto del gallo. Seguimos subiendo las escaleras, poco a poco se van viendo casas del barrio del casco antiguo, la belleza del entorno es inigualable.
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Las escaleras se acaban y llegamos a la calle armas, que os llevará a la Plaza Mayor de Cuenca, que es donde acaba nuestra ruta. Normalmente esta ruta se hace empezando por la Plaza Mayor y bajando al Santuario, pero he querido aprovechar el final de la ruta por el paseo del Júcar que os expliqué en otra entrada del blog, que creo que hace mucho más completo el paseo.
Si vaís a venir a visitar Cuenca os recomiendo encarecidamente que hagáis esta ruta, para mí es de las zonas más bellas de la ciudad y que inexplicablemente los turistas no frecuentan mucho, por eso aprovechad el silencio que te agarra durante todo el trayecto.
Yo creo que hemos andado mucho, las empinadas cuestas me han dado sed. Es hora de refrescarse, pero eso será en la próxima entrada.