Un Broche de Silencio.

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El día más intenso del año en Cuenca toca a su fin. Hay pocos sitios en los que se den los contrastes,  que tienen lugar el Viernes Santo en nuestra ciudad. El bullicio de la turba, desde antes de despuntar el alba, con sus tambores destemplados y el sonido desgarrador de los clarines, dan paso a un silencio sobrecogedor, que se apodera de la ciudad coincidiendo con la puesta de sol.

Nuestro casco antiguo, entorno inigualable para las procesiones, ha contemplado la sucesión de pasos que desfilan durante todo el día, representando los momentos más intensos de La Pasión,  con las procesiones de Camino del Calvario y En el Calvario, y se prepara para acabar la jornada, con un broche de silencio.

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La procesión de El Santo Entierro se prepara desde dentro de la Catedral, para salir a las 21:00 horas y hacer su recorrido hasta la Iglesia de El Salvador. Uno de los momentos que más me gustan de la misma, es  ver desfilar por la doble girola del templo, en el silencio más absoluto, las tres imágenes que la componen: La Cruz Desnuda de Jerusalem, El Cristo Yacente, y Ntra. Señora de la Soledad y de la Cruz.

En mi opinión, es sin duda uno de los momentos de más recogimiento de la Semana Santa, la salida del Cristo Yacente a la Plaza Mayor, precedido de los Caballeros de M.I. Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca, en el silencio más absoluto, solamente roto por los acordes del himno nacional. Este año la Congregación de Ntra. Sra. De la Soledad y de la Cruz, va a celebrar el 70 aniversario de la primera vez que el Yacente desfiló en la S. Santa.

El escultor Luis Marco Pérez lo talló en 1942, representando a Cristo con los signos del rigor mortis y con la cabeza girada hacia el espectador, para que éste pueda percibir mejor las marcas de la Pasión, que aunque  son de gran realismo, no caen en la exageración.

Detrás del hijo muerto, desfila la Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz, única imagen de la Semana Santa de Cuenca tallada por una mujer, Dª. María Alonso López en 1959,  representando a la Virgen llorosa, postrada delante de la Cruz con las manos entrelazadas, y que va vestida completamente de negro.  Entre las dos imágenes, desfilan las Damas de Acompañamiento,  vestidas de luto riguroso con mantilla de color negro.

Un buen sitio para ver esta procesión es la calle de Los Tintes, una de las calles con solera de Cuenca, en la que el sonido del agua Río Huécar,  acompaña al cortejo fúnebre en su último tramo antes de iniciar la ascensión a la Parroquia de El Salvador, en la que terminará.

Esta procesión es posiblemente la más solemne de las que componen la Semana Santa, y en la que están presentes las autoridades más importantes de la ciudad, del ámbito civil, militar, universitario y religioso. Una vez finalizada, Cuenca se queda sumida en el recogimiento, en ese silencio que es la nota característica de este desfile procesional, pero que encierra los ecos de lo vivido en los días anteriores…

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